Una sonrisa es,
sí, símbolo de alegría. Y la alegría es capaz de
transformarlo todo. Es como un tesoro inacabable que, mientras más
da, más se llena. Quien muestra una sonrisa transpira alegría,
atrae y nunca deja las cosas igual. Todos queremos, es
más, buscamos, estar con quien nos anima y estimula. Puede
ser que la vida nos trate mal, pero el estar
con personas alegres es siempre un rellano en la montaña
de la vida. Y cuando esas personas se apartan, dejan
un hueco profundo en el alma y se van de
la historia dejando en herencia un mundo mejor.
Y es que no
se trata de una alegría hueca, como un globo que
apenas toca la punta de un alfiler y explota. Me
refiero a esa alegría llena, profunda, cuyas fuentes son más
hondas que las distracciones o el placer. Estos a lo
mucho tienen como fruto una carcajada, cuando no se quedan
en una risa de apariencia y falsedad.
La alegría no
es tampoco mero optimismo, es decir, espera insegura de que
las cosas irán mejor. La alegría se teje con otra
tela: la de la fidelidad a uno mismo. Es alegre
quien se conoce, se acepta y busca mejorar en todo.
La doblez, el querer al mismo tiempo ser y no
ser lo que se es causa la amargura y la
tristeza. La persona alegre no niega sus limitaciones ni se
tapa los ojos ante las dificultades de la vida; las
acepta, las afronta, las sufre, pero jamás, nunca, se traiciona
a sí misma: tiene esperanza.
xq siempre he creido q una buena actitud hace la diferencia,una sonrisa es algo tan facil,no dejemos de sonreir nunca...besos!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu blog :)
ResponderEliminarTe sigo desde ya!
Pasate por le mio si quires :)
Un besito!